18 abril 2006

REFLEXIÓN SOBRE OSHO

En mi lectura matutina de hoy, adentré en el libro de Osho, "Tantra: Energía y éxtasis". Encontré esta cita que me ha llevado a reflexionar sobre el amor, sobre el sexo, sobre las relaciones actuales de pareja.

El amor auténtico siempre está más allá del sexo;
está escondido detrás del sexo.
Ve hacia él con profundidad, medita religiosamente
y florecerás a un estado mental de amor.
OSHO.

¿Cuántas personas estamos dispuestas a compartir el ser? ¿Cuántas estamos dispuestas a dar desde lo más profundo del amor?¿Cuántas estamos dispuestas a no esperar nada por nuestro amor?

Preguntas de diversas respuestas. Algunas personas contestaremos que amamos sin esperar nada a cambio. Pero es difícil entregarse sin esperar que el otro también entregue. Es complicado dar simplemente por amor aunque el otro no ame. Es complejo encontrar a alguien que desee compartir desde lo más profundo de su ser. Cuando llega, hay que cuidarlo, es un gran tesoro. Y sobre todo, hay que compartir. Trabajar cada día para que el egoísmo no se apodere de tu amor. Disfrutar cada día al entregar algo más que sexo.

Al final de cuentas en qué termina el sexo. ¿En un gran polvo? ¿En varios orgasmos? ¿En sentirse más fuerte y poderoso que el otro? El sexo compartido con amor es más profundo. Es religioso. Es "dejar que el otro penetre en tí sin ninguna condición" (Osho).

En las relaciones actuales, de personas adultas, el miedo está presente. El arte de la entrega tiene que sortear varias barreras. Ahora tenemos el sexo cibernético, el sexo telefónico. Hay también personas que teniendo sexo en "real" no pasan de sexo vulgar. ¿Cómo podemos hacer sexo tántrico en la distancia? Difícil, pero no imposible. Hay que buscar la fórmula. No permitir que sólo el sexo nos mueva. Que nos estremezca más el compartir que el sentir. Más el amor, que el deseo. Más el saber que estamos las dos personas en la misma línea de energía, aunque la distancia esté de por medio. En el amor no hay distancias. La enegía es tan sutil que no tiene fronteras.

Para que el sexo sea tántrico debe pasar de sexo vulgar a sexo religioso. Antes debemos hacer una meditación. Estar limpios del cuerpo. Amar despacio, sin prisas, dejando que el otro sienta nuestra energía. Embriagarnos en la energía del otro. Dejar los condicionamientos. Apartar las expectativas. Sentir cómo la energía fluye por todo nuestro ser. Que "a través del sexo el éxtasis supremo pueda entrar en tí" (Osho).

Esto, para los que no han compartido tantra, podría ser imposible. Para los que buscamos en el amor algo espiritual, es un camino que ha de recorrerse. A veces solo. A ratos acompañado. Pero siempre con amor espiritual en nuestra entrega.

Hace años, tuve una relación tántrica. Y puedo asegurar que "volaba" no sólo cuando estabamos juntos. La energía permanecía por muchos días activa. Hasta el siguiente encuentro. Una experiencia que va más allá de lo físico. Un tiempo en el que la creatividad salía a borbotones.

"El deseo transformado en amor te da brillo, resplandor. Empiezas a sentirte ligero, como si pudieras volar. Empiezas a tener alas". Dice Osho en otra parte del libro. Y puedo asegurar que este éxtasis es cierto. Puedes conseguirlo si estás dispuesto a compartir desde lo más profundo de tu ser y con sinceridad.

Este tipo de relaciones tántricas son monógamas. Para que puedas conectar con la energía del otro, debes concentrar tus propias energías en tí y en el otro. No hay cabida para más personas en la relación, porque si no se pierde la magia. Se pierde la conexión y aunque lo intentes no pasa de ser simplemente sexo, sexo puro y duro disfrazado de religosidad. Sexo vulgar esperando ser espiritual.

El sexo es rico. Por el sexo comienza el amor. Pero el amor no es sólo sexo. Amar, es compartir, es dar. Es brindar desde lo más profundo de tu ser el amor.

16 abril 2006

AMORES DE LEJOS

El amor de lejos existe desde hace muchos años. Recuerdo que los padres de un amigo eran novios por carta. De esto que les hablo hace casi cuarenta años. Él estaba en España y ella en México. Sólo se habían visto personalmente una o dos veces y mantenían su relación por correo postal. Otros también comenzaron así: con el amor de lejos.
Hay un dicho que dice: "amor de lejos, amor de pensarse" (de pendejos, dirían en México). Pero en esta época en la que el internet es la forma más fácil para conocer gente, para comunicarse, para estar en contacto, ¿cómo podemos pensar que el amor no pueda sobrevivir a la distancia?
Conozco varias personas que tienen relaciones por internet. Están en contacto con gentes de diferentes comunidades, países, continentes. Dejan que la unión sobrepase la distancia. Que el amor salga de cualquier rincón para hacerse presente. Que las afinidades sean reales aunque el primer contacto sea por la red.
Esta reflexión me lleva a preguntarme, ¿realmente puede sobrevivir el amor en la distancia? Es algo difícil, pero no imposible. Lo importante está en ser honesto con la otra persona y con nosotros mismos. Es entregarnos y confiar en el otro. Creer que te dirán la verdad. Que tú también serás sincero en tus comentarios. Es sentirse seguro de uno mismo y confiar. Sobre todo confiar. Pero, ¿en esta época de incertidumbre todavía podemos confiar?
Yo apuesto por la confianza. Por creer que las personas que están del otro lado de mi ordenador y con las que hablo, me dicen cosas ciertas. Me cuentan su realidad. Claro que siempre pueden darle una pincelada y que se vea más pintoresca, pero al final de cuentas es su realidad.
Lo que juega una mala pasada en determinado momento es la imaginación. Al leer lo que nos cuenta el que está del otro lado, entre sus palabras imaginamos lo que nos dice adornado de nuestra experiencia, de nuestra forma de ver las cosas, de la manera que tenemos de interpretar la realidad.
No todos tenemos la misma percepción de las situaciones. Algunos buscamos entre líneas, encontramos tesoros donde no existen. Nos subimos al cuento hasta que el letrero de fin se pone en la última página.
Les mando un voto de confianza a mis amistades que están del otro lado. Les pido confianza a las personas que creen en lo que les escribo. Soy honesta cuando digo que estoy feliz, también cuando lloro mientras les cuento un mal momento. Les doy las gracias a todas las gentes que confian, como yo, en que del otro lado del ordenador, una persona sincera está escribiendo con una parte de su corazón.

15 abril 2006

HOY MIS OJOS ESTÁN COMO EL DÍA

Hoy mis ojos están como el día: nublados. Dejé que el miedo hiciera su aparición y me he enredado. Estoy entre hilos del pasado, con agujas del presente y tejo una manta para esconderme. He sido cobarde. Un breve silencio me ha quitado la alfombra en la que soñaba plácidamente. ¿Por qué el dolor del pasado tiene que regresar y hacer mella en mi presente? Debo perdonar y perdonarme. Debo sentir el aire que corre por mi alma. Debo arriesgarme a vivir con plenitud, sin desconfianza. Ser fuerte para añorar. Darme tiempo para que las cosas se pongan en su sitio. Quitarle la armadura al corazón.


Hoy mis ojos están como el día.
No encuentran la luz.
¿A dónde se ha ido la sonrisa?
¿Por qué dejo que la incertidumbre me posea?

Hoy mis ojos están como el día.
Y llueve en mis adentros.
Y quisiera tragarme las palabras pronunciadas.
Y desearía volver el tiempo unas horas para recomenzar.

Hoy mis ojos están como el día.
Y te extraño.
Y me siento mal al no encontrarte.
Se que debes llegar sólo hasta mi cobijo.
Y tengo miedo.
Mi lengua viperina hizo su aparición para reprocharte.
Mis sentidos se agolparon en un nudo.
Mi cuerpo se contrajo como si la muerte fuera su único espacio.

Hoy mis ojos están como el día.
Y quisiera estrecharme entre tus brazos.
Sentir que la duda no existe.
Que todas las palabras son ciertas.
Que mi angustia es sólo un reflejo de la inseguridad.
Que puedo volver a amar sin condiciones.

Hoy mis ojos están como el día.
Y están calientes aunque el sol se esconda.
Arden porque no ven tu reflejo.
¿Dónde estás amor?