15 julio 2011

MAURICIO GARCÉS. Reflexionando recuerda

En el mundo hay gente romántica. Todavía creen en los sentimientos como una parte medular de las relaciones. En donde no se pueden disimular. Esto es la jungla de concreto y en muchos sitios serían considerados como emocionales. Les ponen de sobre nombre: “emos”. Son gente que constantemente se va muriendo. Muchos lo hacen con arte.
También hay personas que van libres. La vida es una aventura diaria. Una renovación perpetua. Un abrir y cerrar los ojos que te hace olvidar y tienes que llevar hasta los sentimientos en la agenda.
En esto se podría decir que somos idénticos, casi iguales. Amamos la libertad pero creemos en que cada uno tiene su espacio. Con sus reservas. Disfrutamos de la compañía de amistades y tenemos límites definidos.
Hay gente que dice cómo le gustan las cosas. Nadie les mueve el cepillo de dientes de sitio porque lo notan enseguida. Pero claro, todos sabemos que las cerdas tienen fecha de caducidad y deben renovarse cada mínimo tres meses. De eso viven las fábricas de cepillos de dientes. Cerdas duras o blandas. De acuerdo al promedio que mantengas de utilizaciones podría decirse algo de dicho cepillo.
Pero esa noche, tal vez los perros debieron pensar al cogerlo, que ya no era necesario en la casa. Lo mordisquearon en su caseta de madera.
Hoy además de evocar con ANDRÉS CALAMARO, que estará en PIRINEOS SUR el próximo sábado 16 de julio a las 20 horas, he recordado a un actor casi olvidado de mi infancia. Vale la pena recordar: MAURICIO GARCÉS.
En cualquier buscador encontrarán cosas de él. Era fantástico.